
Las torrejas cubanas, también conocidas como torrijas en almíbar, son uno de esos postres que evocan inmediatamente recuerdos de hogar, de familia y de tradición. Es un dulce sencillo, económico y delicioso, con raíces españolas, pero con una identidad muy cubana que se ha ganado su lugar en las mesas de todo el país, especialmente durante la Semana Santa.
A diferencia de otras versiones más secas o empapadas solo en leche, en Cuba se preparan siempre con un almíbar aromatizado, lo que les da un acabado brillante y un sabor profundo que enamora al primer bocado. Además, son un claro ejemplo de cómo en la cocina cubana casera, lo simple puede ser memorable.
En mi casa, por ejemplo, las torrejas no duraban ni un día de lo buenas que quedaban. Era un clásico que mi madre preparaba con mimo, y con el tiempo, fui haciendo mía la receta, adaptándola con pequeños toques personales. Lo mejor de este postre es que siempre gusta, no importa la edad ni la ocasión.
Las torrijas tienen muchísimas variantes y formas de preparase, desde la manera en que infusionas la leche, la manera en que las cocinas, en horno, en la sartén o la freidora, hasta el acabado, hay quienes la prefieren en almíbar, como suele hacerse en Cuba, puedes terminar pasándolas por una mezcla de azúcar y canela o puedes también bañarlas en miel, estas 2 últimas muy típicas en España, en este caso, te dejo la tradicional con almíbar, además de un truquito que he aprendido de un amigo para darle una textura increíble, sigue leyendo y te cuento!
Ingredientes y paso a paso para unas torrejas cubanas perfectas
8
servings1
hour10
minutes150
kcalIngredientes
Pan de molde de rebanadas gruesas
250 ml de leche
100 gramos de azúcar
Media cucharadita de canela en polvo o una ramita
Un trozo de la piel de un limón
Un trozo de la piel de una naranja
2 huevos
Aceite para freír
- Para el almíbar
200 ml de agua
100 gramos de azúcar
Zumo de medio limón
100 gramos de miel
Anís en polvo o en granos
Instrucciones
- En una olla, calienta la leche con el azúcar, la canela, la piel del limón y de la naranja. Deja que hierva ligeramente y apaga el fuego. Tapa y deja reposar 10 minutos para que tome bien los sabores.
- Si optas por pan de molde, puedes cortarlas por la mitad, si utilizas una barra, tipo baguette, corta el pan en rebanadas gruesas, de aproximadamente 2 cm. Remójalas en la leche tibia infusionada. Deben absorber bien el líquido, pero sin deshacerse.
- En el momento de freír, bate los huevos y pasa cada rebanada de pan remojado por el huevo batido, antes de pasarla a la sartén. Esto ayudará a que se forme esa costra deliciosa al freír.
- Fríe las torrejas en aceite caliente hasta que estén doradas por ambos lados. Luego colócalas sobre papel absorbente.
- Preparar el almíbar
- Hierve el agua con el azúcar, la miel y el zumo de limón y el anís. Cocina a fuego medio hasta que tenga una textura ligeramente espesa, pero sin llegar a caramelo.
- Coloca las torrejas en una fuente y vierte el almíbar caliente por encima. Déjalas reposar para que se impregnen bien. Lo ideal es comerlas frías o a temperatura ambiente.
Notas
Variantes en su preparación: horno, sartén o freidora
Una de las cosas más interesantes de este postre es que puedes adaptarlo a diferentes formas de cocción según tus preferencias o necesidades, si prefieres evitar el aceite puedes optar por sus variantes y hacerlas de diferentes maneras:
- En sartén, como se hace tradicionalmente, logrando esa textura crujiente por fuera y cremosa por dentro.
- En horno, para una versión más ligera. Basta con hornearlas a 180°C unos 15 minutos por lado tras remojarlas en leche y pasarlas por huevo.
- En freidora de aire,10 minutos a 190°C y quedan doradas y deliciosas, sin apenas aceite.
Como te digo, la magia de este postre está en que como sea que las hagas, el resultado siempre son unas torrijas deliciosas.
El tipo de pan perfecto para torrejas: brioche, baguette o pan de molde
Aunque la receta tradicional recomienda pan del día anterior (tipo barra), sea cual sea el tipo de pan que elijas, en mi opinión, siempre que las hagas con mimo, quedarán deliciosas. En casa he probado con varios tipos de pan y el resultado siempre son un postre que no puedes dejar de comer en cualquier momento del día.
- Pan brioche: suave y con un toque dulce. Ideal si buscas una textura más esponjosa.
- Baguette: más firme, ideal para absorber sin romperse.
- Pan de molde especial para torrejas: el más práctico. Se remoja perfectamente y queda muy uniforme.
He jugado con todas estas opciones y cada una tiene su encanto. Te animo a que hagas tus propias pruebas.
Trucos y consejos para unas torrejas perfectas
- Y aquí va un truquito que aprendí y las he estado haciendo para darle un toque a la textura. Una vez que rompa a hervir la leche, apartamos la olla del fuego y le agregamos 1 taza o 250 ml de nata líquida o crema de leche para montar, de 35 por ciento de materia grasa.
- Otro consejo, es que una vez que estén bien empapadas las torrejas, tápalas y deja reservar en la nevera al menos 1 hora, incluso puedes dejarla de un día para otro.
- Para la leche: el toque que le des marcará la diferencia.
Puedes infusionar la leche con:
- Canela en rama y canela en polvo, últimamente, me decanto por la canela en polvo, pero, a tu elección.
- Cáscara de limón o naranja, puedes probar con una o la otra o las 2 juntas, el sabor a cítrico siempre triunfa.
- Vainilla, yo personalmente no la uso mucho en las torrejas pero es otra variante que queda muy bien.
- Anís estrellado, aunque puedes agregarla para infusionar la leche, yo la utilizo más en la elaboración del almíbar, como la de esta receta.
- Un clavo de olor.
Dejar reposar la leche 10 minutos tapada es crucial. Y si usas leche entera, el resultado es aún más cremoso.
- Otro consejo, si las haces en la sartén, para que te queden una torrijas bien secas, el truco está en que el aceite tiene que llegar a unos 170 grados. En ese momento pasas la torrija por el huevo y de ahí a la sartén, la fríes de 1 minuto a 1 minuto y medio y será suficiente para que no te queden aceitosas.

Las torrejas cubanas no son solo un postre: son un pedazo de historia, una tradición familiar, y una deliciosa excusa para compartir en casa. Son fáciles de preparar, accesibles, y gustan a todo el mundo.
En mi caso, empecé haciéndolas como mi madre, y con los años he ido incorporando mi toque personal, desde cómo infusiono la leche, hasta los tipos de pan o los métodos de cocción. Cada año, es un postre que no falta en casa en las celebraciones de Semana Santa. Si nunca las has hecho, te animo a probarlas. Y si ya las conoces, dale una vuelta y experimenta. Porque si algo tiene este postre es que te deja siempre con ganas de más.
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